Diario de Sigfried Wolfen Dark
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Diario de Sigfried Wolfen Dark
Diario de Sigfried Wolfen Dark
Año 236 tras el despertar sombrío
Día 16 de la cuarta estación. 201 D.K.
“He llegado a Azarquiel. Mucho tiempo he vagado y nunca mis pasos me llevaron hasta la capital. Pese a ver estado en Sepulcro tiempo atrás, pero la turbulencia que envolvía a Azarquiel en aquellos tiempos me prestó a evitarla. Pero aquí me hallo, en busca de quien me maldijo, tras los pasos también del hermano una bruja a la cual le debo ver la luz del sol, y desconcertado con las miles de preguntas sobre la procedencia del cristal y cómo purgar mi alma marchita con él. Las cosas en la ciudad marchan despacio, no parece haber una gran actividad y, pese a las advertencias de un próximo ataque sobre la ciudad, no parecen haber mayores conflictos. Parece que mis servicios aquí no van a ser muy solicitados.”
Día 17 de la cuarta estación. 201 D.K.
“He descubierto vagas pistas sobre el potencial del cristal, de los fragmentos. Las serpientes, reservadas y estudiosas parecen tener asuntos muy diversos lo cual no me permite hallar mayores respuestas que suposiciones. La fortuna o el Ado me han hecho cruzarme con Ganesh, la cual se encuentra en la ciudad y ello me da un hálito de esperanza pues podría usar mi relación con ella para socavar conocimiento sobre los fragmentos del cristal y de cómo depurar mi alma. Por desgracia he debido hacerle saber que desconozco el paradero de su hermano. Me frustra y encoleriza dejar un trabajo inacabado. Por mis ancestros que encontraré a ese muchacho.
Día 22 de la cuarta estación. 201 D.K.
“Curioso encuentro. Mordhajin, el trol que antaño me topé en Sepulcro, en la ciudad se halla. Ese ser de dura mollera y seso simple parece ser sencillamente un manipulable ser por su falta de luces, pero sus intenciones no son malévolas. Confesome que trabajaba para el malnacido coronado, que deseaba conseguir más fragmentos del cristal que usó para destruir mi humanidad. La amenaza de mi acérrimo enemigo era palpable, se acercaba, oprimía cual yugo la paz de la ciudad, y por mi vida que no se lo permitiría.
Tras conseguir hablar con dos miembros del clan serpiente, he descubierto que el cristal de la Torre de Azarquiel se halla disperso, fragmentado y que su poder, como era de esperar es potente.
Día 23 de la cuarta estación. 201 D.K.
“La fortuna fue benévola con mi causa. Por simple casualidad en mi poder están dos fragmentos del cristal. Mi benevolencia unida a mi ignorancia, hicieronme regalar uno al troll, pensando que era una simple gema. Mordhajin, conocedor de las gemas, confesóme encontrar extraña ésta, y consiguió saber que era un fragmento del cristal, además de hacerme saber de que el coronado anhelaba encontrar los fragmentos dentro de la ciudad.
La oscuridad asola mi corazón. Siendo conocedor de la ferviente necesidad por el coronado de encontrar un objeto llamado “la corona de hierro” investigué al respecto. Soy hombre de armas, no de letras, pero pese al tedio que supone para mí consultar los libros y pergaminos, busqué en la biblioteca hallando un documento que aseguraba ser un objeto maldito. Pero aún maldito seguro era poderoso pues mi enemigo lo buscaba, quizás sería el arma que necesitara para destruirle.”
Día 26 de la cuarta estación. 201 D.K.
“Mis esfuerzos por obtener pistas y el paradero de Alduin son infructuosos. No lo entiendo. En toda mi experiencia, cuando he seguido el rastro de alguien buscado, la observación e interrogación a quienes guardan un atisbo de relación con el buscado me daba buenos resultados. Frustrado y desconcertado Estoy.
Ganesh me hizo saber que Imoen hizo mención sobre quien poseía la corona de hierro. Quizas era el momento de descubrir por mi mismo si aquello era cierto, y actuar en consecuencia, fuese cual fuese dicha consecuencia, siempre y cuando asegurara la destrucción del Coronado. Por otra parte, la situación en la ciudad se haya tensa. El nuevo rey parece bondadoso y fuerte, pero aún así, hay signos de hambruna y hostilidades. Suerte tengo en estos momentos de no precisar alimentos ni agua para asegurar mi subsistencia. Nadie sospecha sobre mi naturaleza, mi fortaleza mental, mi voluntad entumecida pero latente, me han ayudado a encontrar alimento en las bestias que merodean por los alrededores del pueblo. Ganar unas monedas y saciar mi sed de sangre ha sido una sabía decisión.”
Día 30 de la cuarta estación. 201 D.K.
“No he conseguido la corona, no consigo hallar a Alduin, tampoco una magia poderosa para encantar mi arma y así poder dañar al Coronado. He tenido años de gloria, de reconocido guerrero, de mercenario con renombre, y ahora me encuentro estancado. Debo controlarme, mis instintos se despiertan a causa de la impotencia sufrida en estos despropósitos. El Coronado aparecerá pronto, lo siento, lo huelo. Quiero su cabeza, su sangre, su corazón. LO QUIERO MUERTO
Imoen ha dado un respiro a mis dolencias e inquietudes. Al parecer con los dos fragmentos del cristal puede hacer un talismán protector que me ayude a destruir al coronado. Debo de reconocer que no confiaba en Las Serpientes, pero es la segunda que parece ayudarme sin esconder intenciones ocultas…así lo espero por su propio bien.”
Día 33 de la cuarta estación. 201 D.K.
“El tedio me abruma. Apenas tengo trabajo en la dichosa capital. Las respuestas no surgen y las preguntas se aploman y me desprenden de la virtud de la moral. He acabado con unas pocas bestias, acercado a algunos ciudadanos, pero no son esos mis propósitos. ¿Cuánto más debo esperar para encontrar mi camino? El estúpido de Mordajín ha dado el fragmento de cristal que le entregué y por el cual le solicité que lo cuidara con su vida. Ahora lo tiene (POR CONFIRMAR NOMBRE DE PJ) y no parece muy dispuesto a entregarlo para que las Serpientes puedan realizar el ritual para imbuir de magia el talismán que me permitiría enfrentarme al Coronado y no morir en el intento. Los asuntos con el Coronado se dilatan y los hombres de armas de la ciudad se ponen nerviosos. Intentaron hacer una batida en busca de los seguidores del Coronado y acabar con su vida. Desconozco si por mi virtud del habla o por el buen juicio de quien quiso organizarla fue cancelada, pero de ninguna manera podía permitir que hombres valerosos muriesen a manos de aquel que me arrebató la vida y me convirtió en…no se ni lo que soy, sí, si lo sé. Rumores han corrido llamándome Revenant, pero yo lo que siento es que soy un cascarón vacío. Sigo impaciente por saber como potenciar mis armas, mis posibilidades contra el ponzoñoso Coronado. Sólo se me ocurre una cosa; desangrar un mortal. Humano, elfo o enano, tanto me da igual, pero preciso de mis virtudes sobrenaturales para hacer frente a mi enemigo letal. Detesto dañar al gentío, pero el Coronado debe morir, y yo seré su verdugo. Por mucho que lo deteste, por mucho que sepa que inocente alguno merece tal destino, si debo hacer sacrificios para acabar con él, así sea. Si mi vida debe ser entregada a cambio de acabar con la suya, no lo dudaré. Todo sacrificio es justificado en tal caso.
El mensajero de la ciudad ha venido a mí para decirme que el Coronado quiere mis servicios por unas andrajosas monedas de oro. He perdido la cordura, el control y todo razonamiento ante tal afrenta. Ese maldito traidor, escurridizo y ágil, ha corrido cual cervatillo asustadizo al ver mi naturaleza real. Debo confesar que agradezco su gracilidad felina, pues hubiese sido muy posible de que acabara con su vida de no haber huido.”
Día 34 de la cuarta estación 201 D.K.
“Maldigo este día tanto como lo debo de bendecir. El coronado ha atacado la ciudad Y NO HE PODIDO IR TRAS SU CABEZA POR LA INEPTITUD DE LOS MALDITOS MORTALES. Estúpidos! Ando hacia las hordas enviadas por ese hideputa mientras ellos mantienen la distancia marcada por la cobardía y ni tan siquiera advierten de que a mi espalda un enemigo se cierne sobre mí. Son en dichos momentos cuando desataría mi sed de sangre y vaciaría a todos y cada uno de ellos. Casi perezco en un nefando combate, aturdido y desequilibrado sentí como puntas de lanza y espada atravesaron mi cuerpo hasta dejarme en un charco de sangre. Al despertar no pude más que recordar aquel funesto día en el que el Coronado me perforó con un fragmento de cristal, desangrándome y muriendo yaciendo de manera igual. Todavía no comprendo como conseguí controlarme, simulando naturalidad con la curandera aplicándome sus artes sobre mi cuerpo. Pobre incauta que solo quería ayudar sin saber que agravaba mis dolencias y heridas, y mi sed de sangre, pudiendo incluso perder ella la vida al tener la necesidad de saciar mi apetito. Nunca antes hubiese podido reaccionar así, y puede que nunca más lo consiga, pero orgulloso me siento por no haber dañado a quien únicamente bien me ha intentado dar.
Ese maldito…ese monstruo ha conseguido huir. Pero sólo por esta vez, por mi vida que lo juro. Una traidor de las Serpientes se encuentra con él y ello no me importa. No me importa cuántos se encuentren a su lado. Todo aquel que se interponga en mi camino, sufrirá su mismo destino; una muerte lenta, dolorosa y culminada en un festín de sangre como años atrás me permitía.
Terminó la batalla, la ciudad estaba libre de bestias y protegida por la magia de las Serpientes que realizaron un poderoso ritual de protección contra la magia maligna. Mis heridas y mi estado de nimo me impidieron retraer los colmillos pero con discreci�n, pude pasar desapercibido. Solo ante Ganesh me permit� actuar con normalidad y a Imoen le mostr� lo que el Coronado hab�a conseguido hacerme, convirti�ndome en la bestia que soy hoy en d�a.
Un suave consuelo ha sido la celebración del torneo de caballeros para solicitar la mano de la hija del rey. Mis intenciones no eran desposarme con tan bella dama, pero precisaba dejar a un lado mis actuales torpezas y falta de éxito, era eso o dejar que la bestia se apoderara de mi ser y cometer una atrocidad que diera lenitivo sosiego a mi alma y mi mente afligida. No obtuve la victoria deseada, Mordahjin el trol participaba y en la arena me derrotó con la mayor limpieza y honor que una bestia de su clase puede alcanzar. Es un noble ser al que empiezo a tenerle un cierto afecto, pese a arrebatarme la victoria en combate y exponer mi naturaleza a todos aquellos que admiraban la contienda. El generoso rey, al percatarse de mis alargados y afilados colmillos, detuvo el combate, con fe en mi voluntad de poder controlar lo que me estaba ocurriendo. Es la primera vez que un humano deposita en mi tal confianza sin saber mi procedencia. Es un monarca ejemplar, sin duda alguna. Con el Coronado huido, sin noticias de Alduin y sin trabajos que realizar en la capital, nada me retenía ya en Azarquiel. Sólo debía acabar mis asuntos con Imoen y Ganesh.
Dia 43 de la cuarta estación 201 D.K.
Año 236 tras el despertar sombrío
Día 16 de la cuarta estación. 201 D.K.
“He llegado a Azarquiel. Mucho tiempo he vagado y nunca mis pasos me llevaron hasta la capital. Pese a ver estado en Sepulcro tiempo atrás, pero la turbulencia que envolvía a Azarquiel en aquellos tiempos me prestó a evitarla. Pero aquí me hallo, en busca de quien me maldijo, tras los pasos también del hermano una bruja a la cual le debo ver la luz del sol, y desconcertado con las miles de preguntas sobre la procedencia del cristal y cómo purgar mi alma marchita con él. Las cosas en la ciudad marchan despacio, no parece haber una gran actividad y, pese a las advertencias de un próximo ataque sobre la ciudad, no parecen haber mayores conflictos. Parece que mis servicios aquí no van a ser muy solicitados.”
Día 17 de la cuarta estación. 201 D.K.
“He descubierto vagas pistas sobre el potencial del cristal, de los fragmentos. Las serpientes, reservadas y estudiosas parecen tener asuntos muy diversos lo cual no me permite hallar mayores respuestas que suposiciones. La fortuna o el Ado me han hecho cruzarme con Ganesh, la cual se encuentra en la ciudad y ello me da un hálito de esperanza pues podría usar mi relación con ella para socavar conocimiento sobre los fragmentos del cristal y de cómo depurar mi alma. Por desgracia he debido hacerle saber que desconozco el paradero de su hermano. Me frustra y encoleriza dejar un trabajo inacabado. Por mis ancestros que encontraré a ese muchacho.
Día 22 de la cuarta estación. 201 D.K.
“Curioso encuentro. Mordhajin, el trol que antaño me topé en Sepulcro, en la ciudad se halla. Ese ser de dura mollera y seso simple parece ser sencillamente un manipulable ser por su falta de luces, pero sus intenciones no son malévolas. Confesome que trabajaba para el malnacido coronado, que deseaba conseguir más fragmentos del cristal que usó para destruir mi humanidad. La amenaza de mi acérrimo enemigo era palpable, se acercaba, oprimía cual yugo la paz de la ciudad, y por mi vida que no se lo permitiría.
Tras conseguir hablar con dos miembros del clan serpiente, he descubierto que el cristal de la Torre de Azarquiel se halla disperso, fragmentado y que su poder, como era de esperar es potente.
Día 23 de la cuarta estación. 201 D.K.
“La fortuna fue benévola con mi causa. Por simple casualidad en mi poder están dos fragmentos del cristal. Mi benevolencia unida a mi ignorancia, hicieronme regalar uno al troll, pensando que era una simple gema. Mordhajin, conocedor de las gemas, confesóme encontrar extraña ésta, y consiguió saber que era un fragmento del cristal, además de hacerme saber de que el coronado anhelaba encontrar los fragmentos dentro de la ciudad.
La oscuridad asola mi corazón. Siendo conocedor de la ferviente necesidad por el coronado de encontrar un objeto llamado “la corona de hierro” investigué al respecto. Soy hombre de armas, no de letras, pero pese al tedio que supone para mí consultar los libros y pergaminos, busqué en la biblioteca hallando un documento que aseguraba ser un objeto maldito. Pero aún maldito seguro era poderoso pues mi enemigo lo buscaba, quizás sería el arma que necesitara para destruirle.”
Día 26 de la cuarta estación. 201 D.K.
“Mis esfuerzos por obtener pistas y el paradero de Alduin son infructuosos. No lo entiendo. En toda mi experiencia, cuando he seguido el rastro de alguien buscado, la observación e interrogación a quienes guardan un atisbo de relación con el buscado me daba buenos resultados. Frustrado y desconcertado Estoy.
Ganesh me hizo saber que Imoen hizo mención sobre quien poseía la corona de hierro. Quizas era el momento de descubrir por mi mismo si aquello era cierto, y actuar en consecuencia, fuese cual fuese dicha consecuencia, siempre y cuando asegurara la destrucción del Coronado. Por otra parte, la situación en la ciudad se haya tensa. El nuevo rey parece bondadoso y fuerte, pero aún así, hay signos de hambruna y hostilidades. Suerte tengo en estos momentos de no precisar alimentos ni agua para asegurar mi subsistencia. Nadie sospecha sobre mi naturaleza, mi fortaleza mental, mi voluntad entumecida pero latente, me han ayudado a encontrar alimento en las bestias que merodean por los alrededores del pueblo. Ganar unas monedas y saciar mi sed de sangre ha sido una sabía decisión.”
Día 30 de la cuarta estación. 201 D.K.
“No he conseguido la corona, no consigo hallar a Alduin, tampoco una magia poderosa para encantar mi arma y así poder dañar al Coronado. He tenido años de gloria, de reconocido guerrero, de mercenario con renombre, y ahora me encuentro estancado. Debo controlarme, mis instintos se despiertan a causa de la impotencia sufrida en estos despropósitos. El Coronado aparecerá pronto, lo siento, lo huelo. Quiero su cabeza, su sangre, su corazón. LO QUIERO MUERTO
Imoen ha dado un respiro a mis dolencias e inquietudes. Al parecer con los dos fragmentos del cristal puede hacer un talismán protector que me ayude a destruir al coronado. Debo de reconocer que no confiaba en Las Serpientes, pero es la segunda que parece ayudarme sin esconder intenciones ocultas…así lo espero por su propio bien.”
Día 33 de la cuarta estación. 201 D.K.
“El tedio me abruma. Apenas tengo trabajo en la dichosa capital. Las respuestas no surgen y las preguntas se aploman y me desprenden de la virtud de la moral. He acabado con unas pocas bestias, acercado a algunos ciudadanos, pero no son esos mis propósitos. ¿Cuánto más debo esperar para encontrar mi camino? El estúpido de Mordajín ha dado el fragmento de cristal que le entregué y por el cual le solicité que lo cuidara con su vida. Ahora lo tiene (POR CONFIRMAR NOMBRE DE PJ) y no parece muy dispuesto a entregarlo para que las Serpientes puedan realizar el ritual para imbuir de magia el talismán que me permitiría enfrentarme al Coronado y no morir en el intento. Los asuntos con el Coronado se dilatan y los hombres de armas de la ciudad se ponen nerviosos. Intentaron hacer una batida en busca de los seguidores del Coronado y acabar con su vida. Desconozco si por mi virtud del habla o por el buen juicio de quien quiso organizarla fue cancelada, pero de ninguna manera podía permitir que hombres valerosos muriesen a manos de aquel que me arrebató la vida y me convirtió en…no se ni lo que soy, sí, si lo sé. Rumores han corrido llamándome Revenant, pero yo lo que siento es que soy un cascarón vacío. Sigo impaciente por saber como potenciar mis armas, mis posibilidades contra el ponzoñoso Coronado. Sólo se me ocurre una cosa; desangrar un mortal. Humano, elfo o enano, tanto me da igual, pero preciso de mis virtudes sobrenaturales para hacer frente a mi enemigo letal. Detesto dañar al gentío, pero el Coronado debe morir, y yo seré su verdugo. Por mucho que lo deteste, por mucho que sepa que inocente alguno merece tal destino, si debo hacer sacrificios para acabar con él, así sea. Si mi vida debe ser entregada a cambio de acabar con la suya, no lo dudaré. Todo sacrificio es justificado en tal caso.
El mensajero de la ciudad ha venido a mí para decirme que el Coronado quiere mis servicios por unas andrajosas monedas de oro. He perdido la cordura, el control y todo razonamiento ante tal afrenta. Ese maldito traidor, escurridizo y ágil, ha corrido cual cervatillo asustadizo al ver mi naturaleza real. Debo confesar que agradezco su gracilidad felina, pues hubiese sido muy posible de que acabara con su vida de no haber huido.”
Día 34 de la cuarta estación 201 D.K.
“Maldigo este día tanto como lo debo de bendecir. El coronado ha atacado la ciudad Y NO HE PODIDO IR TRAS SU CABEZA POR LA INEPTITUD DE LOS MALDITOS MORTALES. Estúpidos! Ando hacia las hordas enviadas por ese hideputa mientras ellos mantienen la distancia marcada por la cobardía y ni tan siquiera advierten de que a mi espalda un enemigo se cierne sobre mí. Son en dichos momentos cuando desataría mi sed de sangre y vaciaría a todos y cada uno de ellos. Casi perezco en un nefando combate, aturdido y desequilibrado sentí como puntas de lanza y espada atravesaron mi cuerpo hasta dejarme en un charco de sangre. Al despertar no pude más que recordar aquel funesto día en el que el Coronado me perforó con un fragmento de cristal, desangrándome y muriendo yaciendo de manera igual. Todavía no comprendo como conseguí controlarme, simulando naturalidad con la curandera aplicándome sus artes sobre mi cuerpo. Pobre incauta que solo quería ayudar sin saber que agravaba mis dolencias y heridas, y mi sed de sangre, pudiendo incluso perder ella la vida al tener la necesidad de saciar mi apetito. Nunca antes hubiese podido reaccionar así, y puede que nunca más lo consiga, pero orgulloso me siento por no haber dañado a quien únicamente bien me ha intentado dar.
Ese maldito…ese monstruo ha conseguido huir. Pero sólo por esta vez, por mi vida que lo juro. Una traidor de las Serpientes se encuentra con él y ello no me importa. No me importa cuántos se encuentren a su lado. Todo aquel que se interponga en mi camino, sufrirá su mismo destino; una muerte lenta, dolorosa y culminada en un festín de sangre como años atrás me permitía.
Terminó la batalla, la ciudad estaba libre de bestias y protegida por la magia de las Serpientes que realizaron un poderoso ritual de protección contra la magia maligna. Mis heridas y mi estado de nimo me impidieron retraer los colmillos pero con discreci�n, pude pasar desapercibido. Solo ante Ganesh me permit� actuar con normalidad y a Imoen le mostr� lo que el Coronado hab�a conseguido hacerme, convirti�ndome en la bestia que soy hoy en d�a.
Un suave consuelo ha sido la celebración del torneo de caballeros para solicitar la mano de la hija del rey. Mis intenciones no eran desposarme con tan bella dama, pero precisaba dejar a un lado mis actuales torpezas y falta de éxito, era eso o dejar que la bestia se apoderara de mi ser y cometer una atrocidad que diera lenitivo sosiego a mi alma y mi mente afligida. No obtuve la victoria deseada, Mordahjin el trol participaba y en la arena me derrotó con la mayor limpieza y honor que una bestia de su clase puede alcanzar. Es un noble ser al que empiezo a tenerle un cierto afecto, pese a arrebatarme la victoria en combate y exponer mi naturaleza a todos aquellos que admiraban la contienda. El generoso rey, al percatarse de mis alargados y afilados colmillos, detuvo el combate, con fe en mi voluntad de poder controlar lo que me estaba ocurriendo. Es la primera vez que un humano deposita en mi tal confianza sin saber mi procedencia. Es un monarca ejemplar, sin duda alguna. Con el Coronado huido, sin noticias de Alduin y sin trabajos que realizar en la capital, nada me retenía ya en Azarquiel. Sólo debía acabar mis asuntos con Imoen y Ganesh.
- NOMBRE DE PJ POR CONFIRMAR:
- Precisaba del amuleto que me protegería de la fortaleza y poder del Coronado. Ganesh poseía el otro fragmento de cristal hallado por mí, no más precisaba que (POR CONFIRMAR NOMBRE DE PJ) me entregara el otro fragmento, como prometió hacer.”
Dia 43 de la cuarta estación 201 D.K.
- IMOEN:
- “Pese a desear haber partido nueve días antes, las fuerzas de Imoen y los preparativos para la creación del amuleto me retuvieron en Azarquiel.
- Ganesh:
- Mi relación con Ganesh fue algo más cercana y, puesto a que es una aplicada alquimista, le entregué algunos viales de sangre animal y de bestias oscuras cazadas por los bosques.
—Estimada Ganesh, solicito de vuestro tiempo con un encargo personal que bien os pagaré lo que me solicitéis —le dije extrayendo los viales, posándolos en la oscura mesa de la taberna—. Poseo grandes dones y disciplinas sobrenaturales cuando me alimento de un ser mortal humano, elfo o enano, pero como hace tiempo os conté, renuncié tiempo atrás a tales alimentos. Si vos hallarais una potenciación mágica o alquímica que dotara a la sangre animal de las cualidades de las razas nombradas, os puedo asegurar de que mi inmortalidad os pertenecería para lo que dispensarais. Comprendo, que una alteración así nunca me permitirá un uso prolongado de mis virtudes oscuras, *******.
DavidQR- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 13/10/2013
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